miércoles, 17 de junio de 2015

Historias nocturnas y evocando a la agricultora

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Yo por la noche, digo cuándo salgo de noche, hablo por los codos. Todo es cuestión de épocas, porque hay otras veces que no estoy para hablar con nadie e incluso pienso cuándo estoy en un bar "¿Pero de que hablará la gente?", entonces cuándo llega este pensamiento me voy a mi casa, porque en esos casos es dónde mejor estoy. Pero no, ahora no estoy para irme a mi casa, ahora estoy para afuera. Es casi verano aunque no lo parezca, estoy de excelente humor y pronto llegarán las vacaciones.
Se trata de adaptarse al ritmo de la naturaleza, expansión, contracción. Dejar que las cosas pasen  tal y cómo se nos pongan delante. En general observo en mi y en los otros que no dejamos que ocurra esto, queremos controlar las cosas y que sean cuándo nosotros queremos. ¿Acaso nos creemos dioses mitológicos que hacen y deshacen a su gusto? o más bien ¿somos niños caprichosos que cogen perretas sin control? Yo me veo más bien en este segundo caso.
Que no quiero salir en meses, pues no salgo, que quiero salir todo el rato, pues salgo. Si uno se escucha y se deja estar se da cuenta que nada permanece, que todo cambia. Escuchar al cuerpo es dejarnos en paz y expresarnos.
Entonces cuándo estoy expansiva el tema que tengo es interminable y digo lo que pienso sin parar, menos mal que me da por ponerme positiva y verlo todo guapo, porque si me diera por lo contrario no se yo la que iba a armar. Un poco pesada me pongo, eso si, jajaja!
Me siento con mi amiga en el bordillo de la calle porque la noche es muy agradable y queremos fumar un cigarro y hablamos de que hemos hecho en la vida lo que nos ha dado la gana, que hacemos por vivir y sabemos lo que es el ocio, cosa que nuestros padres han vivido de otra manera. Nos sentimos con mucha suerte porque hemos viajado, nos divertimos y trabajamos más o menos de lo que nos gusta y eso es una suerte infinita, siempre y hoy en día más. Y así la noche continúa en divagaciones interminables con unas y con otros, con algún baile de por medio y algún sorbo de cerveza para refrescar y seguir animando la charla hasta casi por la mañana.
Hoy le dedico esta entrada a M, que ahora está menos expansiva. Ya sabes M, el ritmo de la naturaleza es el que es, no se puede forzar el crecimiento de una cebolla ni el de un calabacín, maduran cuándo les toca. Para nosotros es igual. Las cosas caen cuándo tienen que caer y caerán, eso seguro, porque nada se queda como está indefinidamente. Hay que evocar a nuestro aspecto de agricultora. El agricultor hace lo que tiene que hacer, en su justa medida, ni más ni menos, y espera paciente a que crezcan los frutos. A veces llega una tormenta y acaba con todo su trabajo, pero él sigue haciendo lo que tiene que hacer, no se desespera, porque sabe que al final recogerá el fruto. El que ara la tierra, planta, riega, quita las malas hierbas...al final recoge. Eso si, tiene que seguir cultivando para que todo siga creciendo :)

Banda Sonora:
Marehamu George Mukabi




4 comentarios:

  1. Este post me llega bien, si vivir como seres cíclicos, siempre cambiando, somos estaciones, unas veces para afuera y otras para adentro, respetar el ciclo. Si, ser como el agricultor, seguir nuestro ritmos, ya llegaran los frutos. Como siempre tu blog me sirve para la reflexión sobre lo que soy.

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    1. Pues me alegra eso q te pasa cd vienes por aquí. Un abrazo

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  2. Me encató tu post!. La huerta es una gran maestra y el conocer o al menos intuír los ciclos nos reconecta con nuestra esencia.
    Besos!!!

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  3. Pues yo no soy esa M, pero podría serlo... No es éste mi momento más expansivo, no, a pesar de la llegada del verano.

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